Luisiana







Tenia prisa esa noche, otra vez iba tarde a mi destino.


Las calles inundadas de luces y el sin fin de personas que me impedían apurar el paso.


Mientras caminaba, tenía la sensación de haber dejado algo en la habitación, pero no podía recordar.


- Nunca voy a llegar. - Pensé. Y decidí tomar otra ruta menos transitada.


Pasados unos minutos, desde aquí ya podía ver el sitio...


De repente, escuché una voz muy familiar.


- ¿Me puedes ayudar? - Me dijo.


No entendía... Unos ojos tan hermosos, empañados de lágrimas.


Ella estaba perdida y yo estaba indeciso, si ignorarla o ayudarla.


Lo que ella no sabía, era que yo tampoco vivía en esa ciudad.


Aun así, me ofrecí a ayudarla sólo si me hablaba de su tristeza.


Eramos dos extraños caminando entre la multitud.


Pero con cada palabra que decía, sentía que ya era parte de mí.


La invité a sentarnos y ella añadió compartir unos helados...


Me contó entonces que había venido a visitar a alguien y que habían discutido.


Ella se bajó del carro y sus pasos la llevaron hasta aquella calle, dónde la encontré...


Le pregunté que por qué me había hablado a mí. Si yo era otro más que caminaba.


Sonrió y me dijo que al verme, sentía que también me conocía y que me había tardado en llegar.


Recordé entonces lo que había dejado en la cama de la habitación.


Sin embargo, no le dije nada y seguí compartiendo el helado mientras la miraba...


Ya no tenía noción de qué hora era, pero poco ya me importaba.


Me dijo: -¡Me llamo Anna! Pero creo que ya lo sabías...- Y me sonrió...


Me levanté del banquillo, me miró, y la tomé de la mano. Le pedí que siguiéramos caminando.


Eramos dos extraños, agarrados de mano, caminando entre la multitud.


Ella ya se sentía más tranquila y yo estaba mejor que antes...


Sólo tenía la dirección del lugar a donde me dirija.


Y no tardo mucho para que se diera cuenta de que yo también estaba perdido.


Ya no quería ir a ninguna parte, tan sólo acompañarla. Y ella... ella no me soltaba la mano...


Su mano tan suave, tan delicada.


Ella no paraba de hablar. Yo no paraba de mirarla.


¡Y esos ojos tan hermosos!


Se me hace tan difícil dejar de sonreír. Me sentía tan lleno, tan completo.


Lo pensé tanto y me decidí. Me atravesé en su camino y me paré al frente de ella.


Se sorprendió... y puse mi dedo en su boca.


El silencio nos rodeó por unos segundos.


Ella me miró fijamente... acaricié su mejilla...


Y dejé que mi corazón le hablara...


¡La besé!


La besé como si fuese la última vez...


La besé como si fuese la primera vez... con esa intensidad, con esas ganas de inundarla de amor.


-¡Te Amo!- Le dije.


Y me abrazó. Podía sentir como no quería soltarse de mí...


Por un instante, todo era tan mágico y tan real.


Sólo podía escuchar el viento, estábamos tan solos en aquella calle.


Una noche inolvidable.


Entonces, nos dispusimos a caminar en sentido contrario, estábamos realmente perdidos.


Pero antes, ella quiso que nos tomáramos una foto con aquél paisaje.


Mientras caminábamos, cada vez hacía más frío.


Me quité la chaqueta y se la coloque sobre su espalda.


Aunque ella estaba terca, quería que me la dejara puesta.


Me decía que me iba a dar mucho frío.


Entonces, parecíamos dos tontos peleando para que el otro estuviera bien...


Y hasta que llegamos a la plaza donde nos comimos los helados.


Ella me preguntó, que adonde iba con tanta prisa antes de encontrarla.


Le expliqué pues que iba a una fiesta que me habían invitado pero que igual no podía entrar.


-¡No entiendo! ¿Cómo es eso?- Me dijo con cara de intriga.


Le confesé entonces, que con tanto apuro por tratar de llegar a tiempo, olvidé la tarjeta de invitación.


Sorprendida, comenzó a burlarse de mí sin parar...


A lo que me propuso que fuéramos a buscarla y que si yo quería, que ella podía acompañarme.


Sonaba tentadora la idea...


¿Y para qué pensarlo más? Si me moría de las ganas...


Teníamos que regresar a la avenida Essen Park, para poder llegar al hotel donde me hospedaba.


Me acerqué a una tienda y le pregunté a un señor.


El camino no era tan corto, pero ella me dijo que no le importaba.


Yo me encontraba de viaje y unos amigos me habían invitado a aquella fiesta.


Era el cumpleaños de uno de ellos.


Ella me contaba, que había llegado de visita a la casa de su padre.


Con quien discutió cuando él se disponía a llevarla a un sitio.


Fue entonces cuando ella se bajó del carro y la encontré...


Aún faltaban varias cuadras para llegar.


Vi el reloj y eran las 10:41 de la noche.


Palpitaba una y otra vez mi corazón.


Emocionado porque ella caminaba a mi lado. Jamás pensé que así transcurriera mi noche.


Ya nos falta poco para llegar...


Y ella sonreía mucho y la notaba pensativa.


- ¿Qué piensas? - Le pregunté.


Se paró en frente de mí y me miró fijamente...


Me tomó por la camisa y me besó.


Y me envió directo a las nubes...


- ¡Eso pensaba...! - Sonriéndome.


Llegamos.


Y sí, la tarjeta de invitación se encontraba justo ahí, en la cama.


Ella fue directo a buscarla.


Yo fui directo a buscar algo...


Cuando regresé al cuarto, ella estaba sentada leyendo la tarjeta.


Traje un vino que tenía guardado y dos copas. Le ofrecí un brindis.


- Porque tú eres la realidad de mis sueños - Le dije. Mientras la veía a los ojos.


Me acerqué a ella y la recosté sobre la cama...


Estando allí...


En ese instante, ese momento tan hermoso.


Nada podía ser mejor.


Quería que la noche fuese eterna. Para tenerla siempre conmigo.


Entre caricias y besos nos regalábamos amor...


Y tal vez un poco más...


Ella me pidió que nos detuviéramos.


Para poder ir a la fiesta.


Pero aún así, me lanzó a la cama y me siguió besando...


Con esa pasión que me encantaba de ella. Esa picardía que desbordaba.


Ninguno de los dos teníamos mucha fuerza de voluntad para frenar.


Sin embargo, lo logramos... y buscamos la tarjeta.


Ella se retocó el maquillaje que se le había dañado por las lágrimas.


Yo no entendía mucho que hacía... porque yo la seguía viendo bella desde el primer instante...


Al fin salimos y tenía la sensación de aún no haber empezado la noche...


En el camino, yo le iba conversando diferentes cosas de mi vida.


Y no sé por qué, pero tenía la impresión de que ya lo había hecho antes...


Que no eran cosas nuevas para ella.


De algún modo, Anna ya sabía todo de mí.


Y yo... yo también la conocía a ella...


Así como también sentía que conocía al Sr. Ernesto (su padre).


Por lo que tampoco me extraño el motivo de su tristeza...


Ella llevaba un vestido verde manzana, se veía hermosa esa noche.


Se veía radiante esa noche...


Ella se ve hermosa todos los días...


Era muy difícil para mí tratar de no mirarla.


Tome su brazo y lo crucé con el mío mientras caminábamos.


Ya íbamos a llegar al salón (por segunda vez para mí en aquella noche).


- ¡Buenas noches Sr. Luis! - Me dijo alguien que se encontraba en la puerta.


Saludé y seguí con mi pareja hasta tomar una mesa.


No paso mucho tiempo hasta que nos encontramos con conocidos.


Todos sabían quien era ella. No sólo porque era mi novia...


Para mi casualidad, ahí también estaba el Sr. Ernesto.


Cuando Anna lo vio, su cara cambio totalmente...


Yo no sabía que hacer y no quería que se volviera a quebrar.


Ella me miró con tanta tristeza (aún puedo recordar esa mirada...).


La abracé, no le dije nada, sólo la abracé.


Con tanto amor como los brazos me pudieran dar.


Quería hacerle saber que la apoyaba desde el fondo de mi corazón.


Supe que lo había logrado.


Porque al verla, de alguna forma, su mirada me sonreía. 


Sin decirme nada, podía sentir todo. 


Acerqué mi rostro con el suyo, pegué nuestras frentes. 


Mientras que mis manos sujetaban su cara.


El silencio era quien hablaba...


Acaricié su mejilla y me levante.


Tomé su mano para que me acompañara...


Fuimos entonces a compartir con mis amigos.


Disfrutamos y nos reímos mucho.


Era un momento memorable para mí, el estar rodeado de tanta gente que quiero.


No sé cuantas canciones bailé con ella esa noche...


Miré el reloj y marcaba las 03:47 a.m.


- Y pensar... que por un momento creí que no vendría - Me dije. Y luego sonreí.


Me le acerqué para ver como estaba y asegurarme que estuviese todo en orden.


- ¡Esto parece un sueño...! - Me dijo con cara de felicidad.


Luego de un rato. 


Varios del grupo se acercaron a la mesa de nosotros.


Venían con una idea y querían saber si nosotros nos uniríamos a ellos al finalizar todo...


Anna y yo estuvimos de acuerdo en acompañarlos.


Pero antes de partir, me acerqué a la chica (la Dj) que mezclaba. 


Para pedirle una canción en especial. Y volví a la mesa.


Al cabo de unos minutos...


- ¡Nuestra canción, Luis! - Con cara de sorpresa me dijo ella. Y me sonrió...


- Te Amo... - Le susurré a su oreja.


- Yo también Te Amo... - Me dijo justo antes de besarme...


Luego de otro rato más.


Nos fuimos con el grupo a otro lugar que no era tan lejano.


Ella no paraba de reírse entre las ocurrencias de mis amigos y yo.


Y a mi me encantaba que estuviese pasándola bien.


Estando en una de aquellas playas. En las costas de New Orleans.


Ella y yo... 


Eramos dos extraños, agarrados de mano, caminando a la orilla del mar.


La noche estaba por finalizar.


A lo lejos comenzaba a ver la claridad.


El cielo comenzaba a llenarse de colores haciendo un paisaje hermoso con el horizonte.


Nos sentamos para admirar el nacimiento de aquél hermoso amanecer.


Pero al mismo tiempo, el cansancio ya se apoderaba de mí.


Y podía notar que ella también estaba agotada.


Así que nos recostamos en la arena blanca.


Me encontraba frente a la hermosa naturaleza. Regalándome un espectacular amanecer.


Y me encontraba también al lado de ella...


- ¿Qué más podía pedir? - Pensé mientras cerraba los ojos.


De pronto, sentía como si no había arena ni tampoco el sonido de las olas.


Me parecía extraño.


Abrí los ojos...


Y tampoco había cielo.


Me di cuenta entonces que me encontraba en casa.


Volteé y a mi lado estaba ella. Durmiendo tan tranquila.  Tan hermosa. 


Con su desnudez y su piel tan suave...  su espalda descubierta... 


Entonces tomé la sábana para arroparla.


Fijé la mirada y en la mesita de noche se encontraba la tarjeta de invitación.


Creo que comenzaba a entender lo que había pasado...


Pensé rápido y me fui en silencio para la cocina. Antes de que ella se despertara.


Luego corrí a la calle en busca de algo más en una tienda.


Curiosamente, el señor que me atendió allá, me resultaba familiar.


De regreso a casa, entendí por qué esto era así.


Era el mismo señor que le había preguntado cómo llegar de regreso al hotel... 


Al cabo de un rato...


Volví a la cama con el desayuno y una rosa blanca también.


La bella durmiente aún no despertaba...


Así que comencé a darle besos a ver que pasaba...


Sonriendo, al fin abrió sus hermosos ojos.


Me miró y vio la sorpresa que le tenía preparada.


Ella se emocionó y me abrazo.


Y luego me dijo: "¡Qué extraño! Tuve un sueño muy hermoso contigo..."


- Yo también lo tuve... - Le respondí con una sonrisa.


¡Y la besé...! 














El Amor es un sueño compartido...

2 comentarios:

Isaelia Rojas Tattá dijo...

Por tres momentos diferentes me confundiste demasiado.
Al final, no supe realmente qué pasó por fin. Se conocían o no? Ay que confusión jajajaja

Pero sí, el amor es así: un sueño compartido.

Saludos Ch10!

Unknown dijo...

Siempre se habían conocido.
Soñaron exactamente lo mismo. Cada uno desde sus mentes...
;)
Soñaron un Amor que ya era verdad...

Espero te haya gustado CH10. Gracias por leerme.}

Saludos :D

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